Con la llegada del verano y el aumento de las temperaturas, es fundamental prestar atención al estado de los neumáticos de nuestro vehículo. Uno de los aspectos más importantes es la presión, ya que el calor exterior puede afectar significativamente su rendimiento y seguridad.

Cuando suben las temperaturas, el aire dentro del neumático se expande, lo que provoca un incremento en la presión. Si no se revisa con regularidad, este cambio puede generar un desgaste irregular, especialmente en la parte central de la banda de rodadura, reduciendo la vida útil del neumático y aumentando el riesgo de reventón. Además, un neumático con presión incorrecta afecta directamente al agarre y la estabilidad del vehículo, algo especialmente peligroso en viajes largos y con altas cargas, típicos de las vacaciones de verano.

Por otro lado, una presión baja también es perjudicial, ya que provoca un mayor contacto con la carretera, incrementando la resistencia al rodaje y, por tanto, el consumo de combustible. Esto puede suponer un gasto extra importante en trayectos largos.

Es importante revisar la presión al menos una vez al mes y antes de un viaje largo, siguiendo siempre las indicaciones del fabricante del coche, que especifica la presión adecuada para cada modelo y carga. Así garantizamos una conducción segura, un menor desgaste de los neumáticos y un ahorro económico en la carretera.